LAUDATO SÍ, ALIENTO PROFÉTICO PARA EL TRABAJO DE LAS ORGANIZACIONES CATÓLICAS DE COOPERACIÓN A FAVOR DE UN DESARROLLO RESPETUOSO CON LA CREACIÓN Y CON LOS MÁS POBRES
Madrid, 30 de junio de 2015.- Como organizaciones de Iglesia que venimos impulsado la iniciativa “Enlázate por la Justicia” para trabajar con una sola voz ante los actuales problemas de injusticia de nuestro mundo, Cáritas, CONFER, Justicia y Paz, Manos Unidas y REDES agradecemos de todo corazón al papa Francisco la encíclica Laudato sí.
Esta nueva aportación pontificia a la Doctrina Social de la Iglesia ilumina, desde la fe abierta a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, la situación actual de injusticia ecológica global que padece nuestro mundo en el que predominan la pobreza, la desigualdad y la injusticia.
Preservar la armonía de la Creación
Su aliento va a servirnos para sumar aún más nuestros esfuerzos para avanzar, desde una acción conjunta orientada a preservar la armonía con la Creación, en la construcción de una sociedad nueva que se encamina hacia un cambio que es posible. No entendemos esta apuesta como un hecho puntual, ligada al momento presente, sino que forma parte de un marco de trabajo común y continuado, sobre el que centraremos en los próximos años nuestras prioridades de acompañamiento a los más pobres.
Afirmamos, con el Papa, la necesidad de acometer un esfuerzo común de todas las personas, como familia humana universal, y de la sociedad civil y los poderes internacionales para alcanzar un consenso mundial que frene el deterioro global del planeta.
No a una economía de mercado entendida como un absoluto
Nos unimos a la denuncia que hace Francisco sobre el trágico deterioro ecológico en el que estamos inmersos y las causas que apuntan no sólo a la inconsciencia humana sino al paradigma económico y tecnológico que da prioridad al máximo beneficio utilizando, para ello, todo lo creado como simples objetos sin valor por sí mismos. Y nos anima su crítica a la alianza establecida entre dicho paradigma y unos poderes económicos, financieros y políticos, que están supeditados a los intereses de una economía de mercado entendida como un absoluto y que provoca todo tipo de descartes.
Ante los continuos llamamientos urgentes a las instancias políticas, económicas y financieras para detener esta situación, la respuesta que se ha articulado en el marco de las múltiples cumbres sobre desarrollo sostenible y cuidado medioambiental ha sido siempre insuficiente, débil e ineficaz. Muchas veces, no se han arbitrado las soluciones adecuadas por negligencia, por miedo a la pérdida de votos, por indiferencia o por la fuerza de los intereses de las grandes potencias y los países ricos. Esta falta de voluntad a la hora de atajar el problema de raíz, genera una injusticia global del sistema que repercute de forma dramática en las víctimas más vulnerables del planeta.
Destino universal de los bienes
Desde nuestra fe en un solo Dios, creador amoroso del universo y Padre de toda la familia humana, y desde nuestra decidida opción por los últimos a los que nos llama el Evangelio de Jesucristo, subrayamos algunos aspectos de Laudato si´ con los que nos sentimos especialmente identificados:
La naturaleza como “creación”, como don de Dios para el mundo en el que los bienes creados tienen un “destino universal” y la propiedad privada no es un derecho absoluto.
- La íntima unión existente entre los problemas de la ecología y la justicia.
- La promoción de la cultura del diálogo y del encuentro en todas las instancias, necesario para conseguir el desarrollo equitativo y la paz.
- El hecho de que “todo está conectado” y, por tanto, los problemas de la vida son también problemas de la Humanidad y, especialmente, de las personas y pueblos más vulnerables.
- La dignidad del trabajo como parte esencial de la armonía ecológica del conjunto.
- El papel de la familia y las pequeñas comunidades en la construcción de una sociedad que cuida de las personas y de los recursos para favorecer el desarrollo integral de todos los miembros de la familia humana.
- El Bien Común como tarea urgente a nivel internacional e interdisciplinario, para evitar que caigan sobre los más pobres las cargas injustas de la “deuda ecológica”.
- El deterioro medioambiental que afecta a los más pobres (personas desplazadas, inmigrantes, refugiados, barrios pobres, campesinado sin tierra, comunidades aborígenes, entre otros) y los problemas que, sobre todo en la Amazonía y en África, se derivan de la crisis hídrica.
Manifestamos nuestra confianza por un futuro diferente y positivo, convencidos de que el Creador no nos abandona y que la Humanidad tiene posibilidades de salir adelante de manera creativa, poniendo la inteligencia al servicio de una economía humana alternativa y una ciudad más habitable.
Plantear una redefinición del progreso
Como Francisco, creemos que los pequeños gestos cotidianos son capaces de cambiar las cosas y de generar una importante presión social ante los intereses de los poderosos. Apostamos por un modelo alternativo de progreso y de desarrollo basado en la sobriedad, la simplicidad, el respeto a la tierra, y la capacidad contemplativa y relacional. Todos estos aspectos forman parte de una auténtica espiritualidad cristiana.
Estamos convencidos de que es posible y necesario llevar a cabo una verdadera revolución cultural y antropológica que, partiendo de las preguntas esenciales sobre el sentido de nuestra existencia como Humanidad en el planeta Tierra, plantee una redefinición del progreso.
Desde nuestra fe cristiana, y nuestra visión de la Creación como obra de Dios, declaramos nuestra voluntad de sentir y amar a todas las criaturas como don suyo y de vivir la pasión por el cuidado del mundo, especialmente de los más débiles.
Con la misma convicción mostrada por el Papa Francisco en su primera encíclica, creemos que las cosas pueden cambiar si somos capaces de aunar todos los esfuerzos posibles, junto a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, en el compromiso transformador de este mundo, en la justicia y la fraternidad, según los planes de Dios para el universo.
Laudato sí nos reafirma en la certeza de que “el amor puede más”, un amor manifestado en una justicia enlazada para construir y defender la dignidad de los más débiles y vulnerables –personas y pueblos– de la tierra.