Los niños de Mahotas en Mozambique tienen la capacidad de multiplicar el valor de las cosas y logran, cada día, que todo a su alrededor se convierta en amor. La idea de que algún día el mundo se nos mostrará transparente y que lograremos dar explicación para casi todo, nos ayuda a sobrevivir a muchas tragedias cotidianas. Tragedias como las de los niños de Mahotas en Mozambique a los que la Naturaleza o la mala suerte les truncó su vida.
Sin embargo, sólo ellos, tienen la capacidad de multiplicar el valor de las cosas. Son auténticos alquimistas de lo que para el resto es banal. Sus sonrisas son las más hermosas del mundo y al escuchar sus risas uno siente unas ganas irrefrenables de volver a escucharlas. En ocasiones les ves tan relajados y serenos que logran que el mundo se libre de sus rencillas y sólo deseas, con todas tus fuerzas, que ese momento se haga eterno. Convierten a sus padres en héroes dotados de libertad porque han asumido lo que para muchos sería inimaginable.
A sus jóvenes hermanos en guerreros incansables capaces de dar su vida por ellos, de llevarles a la espalda porque su peso es insignificante a comparación de todo el amor que sienten. Sólo ellos, y en apenas unos instantes, son capaces de cambiar el escenario, un escenario que a primera vista puede resultar hostil.
Aún recuerdo la sensación de injusticia y rabia que me invadía cuando llegué, no lograba entender nada. Actualmente tampoco lo entiendo y desearía que nada de esto pasase pero puedo decir que los niños de Mahotas no andarán ni hablarán, pero logran cada día, que todo a su alrededor se convierta en amor. Tan sólo eso.
Lara