Después de casi dos semanas de mi llegada, todavía me emociono al recordar todo lo vivido y aprendido allí en estas cinco semanas, donde realmente se ha marcado un antes y un después en mi vida, en todos los sentidos.
Mi experiencia ha sido corta pero muy intensa, he trabajado como voluntaria con las hermanas hospitalarias de Mahotas en Maputo-Mozambique.
En el hospital me he involucrado más con los niños discapacitados, donde es sorprendente la manera en la que te miran y te regalan sonrisas diarias que saben a gloria, y que sin decirte nada, te expresen tanto…
He aprendido mucho, sobre todo a valorar lo que realmente es un problema y lo que no, que un gesto bonito como puede ser una sonrisa o un abrazo, traspasan fronteras y continentes dando igual el idioma que hables; Lo poco que cuesta ser positivo y ser feliz, que no necesitamos más que lo justo para vivir. Y podría seguir con un largo etcétera.
Pero de toda mi experiencia, lo más sorprendente es que me fui allí con todas mis ganas de ayudar en todo lo que pudiese, de aportar lo mejor de mí en todo momento, de dar muchísimo amor y cariño a todos, y he vuelto con la sensación de haber recibido muchísimo más de lo que he dado, de haber aprendido más de lo que me podía imaginar, de haber ganado en valores, de haber crecido muchísimo como persona y sobretodo me han enseñado que a pesar de todo, no hay que dejar de sonreírle a la vida.
Por último agradecer a todos por darme la oportunidad de hacer realidad mi sueño y de sentirme plenamente feliz; tanto a la Fundación Benito Menni, a la Congregación y a las hermanas, en especial a las hermanas hospitalarias de Mahotas, por hacerme sentir como en casa, y por todos los cuidados y atención recibida, espero volver a veros pronto.
KHANIMAMBO a todo y a todos los que han formado parte de esta bonita historia.
Patricia L.